El turbo es un componente clave en muchos vehículos modernos, ya que mejora el rendimiento del motor y optimiza el consumo de combustible. Sin embargo, su funcionamiento a altas temperaturas y presiones lo convierte en una pieza especialmente delicada. Cuando falla, no solo afecta a la potencia del coche, sino que también puede provocar averías más graves si no se actúa a tiempo.
En este artículo te contamos cómo detectar un turbo averiado, cuáles son sus causas más comunes y cómo lo solucionamos en nuestro taller especializado.
Señales que indican un posible fallo del turbo
Estos son los síntomas más frecuentes que indican un posible fallo del turbo:
- Pérdida de potencia, especialmente al acelerar.
- Humo azul, blanco o negro por el escape, según el tipo de daño.
- Zumbidos, silbidos o ruidos metálicos al revolucionar el motor.
- Consumo elevado de aceite.
- Testigo de motor encendido en el cuadro de instrumentos.
¿Cuáles son las causas más comunes de fallo en el turbo?
- Falta de lubricación: el aceite insuficiente o de mala calidad puede dañar el eje y los rodamientos.
- Acumulación de carbonilla: afecta a la geometría variable y al flujo de gases.
- Entrada de partículas: el mal estado del filtro de aire permite que suciedad dañe el compresor.
- Desgaste natural por kilometraje: el turbo no es eterno, y algunos componentes se deterioran con el tiempo.
- Apagar el motor justo después de conducir a altas revoluciones: impide que el turbo se enfríe correctamente.
¿Se puede conducir con el turbo averiado?
No es recomendable. Un turbo dañado puede generar:
- Sobrecalentamiento del motor.
- Mayor consumo de combustible y aceite.
- Riesgo de dañar otros componentes como el catalizador, FAP o incluso el motor.
Contar con un taller especializado en turbos es clave para alargar la vida útil del motor y recuperar su rendimiento original.
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